Hay momentos en que la transformación deja de ser solo intuición y empieza a volverse materia. Después de meses de mutar por dentro —revisando relatos, afinando el rumbo, escuchando con atención—, sentimos que este octubre es un punto de inflexión: las ideas que veníamos gestando están tomando forma concreta.
En Ajolote, no somos una corporación. Somos cuatro personas. Amigues. Cuatro trayectorias que hace ya diez años decidieron unirse para crear algo juntes. Partimos primero siendo dos pero al poco tiempo se sumaron otras dos y actualmente somos cuatro. A veces crecemos y somos cinco, seis, incluso siete y ocho.
No seguimos un mapa cerrado ni avanzamos con brújula fija. Vamos a la deriva. Pero no es una deriva sin rumbo, sino una forma de desplazarnos con escucha, con tacto, con intuición. Así se ha ido transformando Ajolote desde sus inicios: no por ruptura ni salto, sino por contacto constante con aquello que nos rodea y atraviesa.